Article by Roman Flores, Catechetical Ministries Coordinator
On Saturday, June 18 I had the opportunity to accompany some individuals of the 2020 commissioned cohort of the Lay Formation Institute in a three-session retreat along with the School of Ministry secretary Diana Rivas and our office director Rose Hernandez. This cohort was unique in that when they were commissioned in 2020, we were in the middle of the worst of the pandemic in which most, if not all, in-person ministries were closed along with in-person faith formation and gatherings.
We want to thank all the volunteers and support that was involved in supporting our office to make this retreat of rejuvenation a success in the parish of St. Joseph in Bakersfield. We would like to thank the Director of Spanish Religious Education Ana Valenzuela, who inspired and initiated this event with a great passion and devotion to the formation of her community and peers, Fr. Jesus Reynaga, for allowing us the use of the facilities of his parish, along with the other volunteers that supported us, and the great cooks that provided a delicious lunch, we thank you all kindly from the bottom of our hearts and all you did in contributing your time and talents.
The topics that were shared were focused on the Great Commission from Matthew 28:19-20 and reflected on carrying the cross, being sent forth, and unity under one Spirit.
In being sent forth, of which the topic was called “Here I am, Send Me” the focus was to share with the group as to what it truly means to not only be “sent” by the Lord’s commandment to “go and evangelize all the nations” but to be open and devoted to that call.
In Romans 12, Paul listed serving as one of the Spiritual Gifts. He said, “If your gift is serving others, serve them well” (Romans 12:7). The question, then, is this: what does it mean to serve others well?
I think the answer can be found in John 13:1-17 when Jesus washed his disciples’ feet. Through His example Jesus reminds us of three important aspects of His service.
1. Jesus served well because He knew who he was. He didn’t need to worry about what His disciples might think of Him for stooping down to serve, because He knew who He was in God’s eyes. For us to serve well, we need to know who we are. We need to stop worrying about how we look or what others think of us and start recognizing what God thinks of us.
2. Jesus served well because He kept His eyes on what mattered most. The washing of the feet occurred right before Jesus died. But Jesus didn’t think of Himself. Instead, He thought of those sitting around Him. He thought of how He could spend His final few moments teaching them and equipping them to lead others. He was able to do so because He leaned on God for strength and kept His focus heavenward. We too serve well when we focus our eyes on the things that matter for eternity, rather than on the here-and-now.
3. Jesus served well because of love. And that is why we should serve too, because of our love for God and our love for others. If we’re motivated by looking good or appearing religious, we’re not serving anyone but ourselves. To serve well, to serve like Jesus served, our actions must be motivated by love.
To the commissioned Lay Formation Institute cohort of 2020 along with all of those that have been commissioned before and will continue to be commissioned in the future may we continue to serve, learn, and grow and may it always be done in our Lords name and for His glory.
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Ministerios Catequéticos en Movimiento: Clase Del Instituto de Formación de Laicos del 2020
El sábado 18 de junio tuve la oportunidad de acompañar a algunas personas del grupo comisionado el 2020 del Instituto de Formación de Laicos en un retiro de tres sesiones junto con la secretaria de la Escuela del Ministerio, Diana Rivas, y directora de nuestra oficina, Rose Hernández. Esta grupo fue único en el sentido de que cuando fueron comisionados en el 2020, estábamos en medio de lo peor de la pandemia en la que la mayoría, si no todos, los ministerios presenciales se cerraron junto con la formación de fe y las reuniones en persona.
Queremos agradecer a todos los voluntarios y el apoyo que estuvo involucrado en el apoyo a nuestra oficina para hacer de este retiro de rejuvenecimiento un éxito en la parroquia de San José en Bakersfield. Nos gustaría agradecer a la Directora de Educación Religiosa de Español, Ana Valenzuela, quien inspiró e inició este evento con una gran pasión y devoción a la formación de su comunidad y compañeros, el P. Jesús Reynaga, por permitirnos el uso de las instalaciones de su parroquia, junto con los otros voluntarios que nos apoyaron, y las grandes cocineras que proporcionaron un delicioso almuerzo, les agradecemos amablemente desde el fondo de nuestros corazones y todo lo que hicieron al contribuir con su tiempo y talentos.
Los temas que se compartieron se centraron en la Gran Comisión en Mateo 28:19-20 y se reflejó en llevar la cruz, ser enviado y la unidad bajo un solo Espíritu.
Al ser enviado, cuyo tema se llamaba "Aquí estoy, envíame", el enfoque era compartir con el grupo lo que realmente significa no solo ser "enviado" por el mandamiento del Señor de "ir y evangelizar a todas las naciones", sino estar abierto y dedicado a ese llamado.
En Romanos 12, Pablo enumeró el servicio como uno de los Dones Espirituales. Él dijo: "Si tu don es servir a los demás, sírvelos bien" (Romanos 12:7). La pregunta, entonces, es esta: ¿qué significa servir bien a los demás?
Creo que la respuesta se puede encontrar en Juan 13:1-17 cuando Jesús lavó los pies de sus discípulos. A través de su ejemplo, Jesús nos recuerda de tres aspectos importantes de su servicio.
1. Jesús sirvió bien porque sabía quién era. No necesitaba preocuparse por lo que Sus discípulos pudieran pensar de Él por agacharse para servir, porque Él sabía quién era Él a los ojos de Dios. Para que podamos servir bien, necesitamos saber quiénes somos. Necesitamos dejar de preocuparnos por cómo nos vemos o lo que otros piensan de nosotros y comenzar a reconocer lo que Dios piensa de nosotros.
2. Jesús sirvió bien porque mantuvo sus ojos en lo que más importaba. El lavado de los pies ocurrió justo antes de que Jesús muriera. Pero Jesús no pensó en sí mismo. En cambio, pensó en los que estaban sentados a su alrededor. Pensó en cómo podría pasar Sus últimos momentos enseñándoles y equipándolos para guiar a otros. Él pudo hacerlo porque se apoyó en Dios para obtener fortaleza y mantuvo Su enfoque hacia el cielo. Nosotros también servimos bien cuando enfocamos nuestros ojos en las cosas que importan para la eternidad, en lugar de en el aquí y ahora.
3. Jesús sirvió bien por amor. Y es por eso por lo que debemos servir también, debido a nuestro amor por Dios y nuestro amor por los demás. Si estamos motivados por vernos bien o parecer
religiosos, no estamos sirviendo a nadie más que a nosotros mismos. Para servir bien, para servir como Jesús sirvió, nuestras acciones deben estar motivadas por el amor.
A la clase comisionada del Instituto de Formación de Laicos del 2020, junto con todos aquellos que han sido comisionados antes y continuarán siendo comisionados en el futuro, que podamos continuar sirviendo, aprendiendo y creciendo y que siempre se haga en el nombre de nuestro Señor y para Su gloria.