A few weeks ago, I had the opportunity to give a catechist retreat in the parish of St. John the Evangelist in Wasco. I wanted to thank the director of religious education of the parish, Alicia Gonzalez, and her staff for helping with the set-up and luncheon along with Fr. Guillermo Preciado for the use of his parish facilities and hospitality.
Using resources from Eucharistic Revival, the focus of this workshop was to discuss and understand the function of the Eucharist and communion of the faithful within the various elements in which we are directly connected as Christians, catechists, and servants to the Lord’s people and through the strength of the Body of Christ, “Connecting with the Eucharist”.
The celebration of the Eucharist is not a private devotion but rather a communal gathering much like a family meal. We come together at the same time and in the same place so that we can take part in a common action. We open with a ceremony of pardon, a way to unburden ourselves of past offenses so that we can rejoice in one another’s company as the community of the faithful.
So how can we function as the Eucharist within our communities? Aside from the service we can provide through our ministries, participation within the community we partake in takes on a more personal and intimate role. Belonging to a community of faith is so crucial and valuable that Christ Himself modelled it in His personal earthly ministry.
Serving in ministry is something that grows us closer to Christ while allowing us to realize the Gospel in the lives of others. As we commit ourselves to a specific ministry, we need to do more than just “show up” on the day of service. Our service throughout our week should be an overflow of what God is doing through us in everything we do so we can function as Christ’s body in the world. As members of the Body of Christ, we are called to serve, take care of each other, and bear the fruits of the Spirit. The ministries for the Body of Christ are a lifelong work that we, who as disciples, have come into by the grace of God. God has given each one of us a specific task that only we can do and in which our spiritual gifts play a crucial role.
Each spiritual gift received has a special place in the Body of Christ and is important. Even though at times some gifts may seem more important than others God has given all these gifts to build up his kingdom. None of these gifts of the Holy Spirit should be looked down upon or treated lightly.
As we seek to follow and be used by Jesus Christ, we need to utilize all that He has made available to us. Attaining spiritual gifts is not the goal—they are the gateway. They are not a hobby to play with—they are tools to build with, weapons to fight with. We will be more effective as we put them to use for God’s glory and not our own. And will be guided by His Presence in our lives as we give life to the Eucharist wherever we find ourselves and in whatever we do in His name.
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Ministerios Catequéticos en Movimiento: Parroquia de San Juan Evangelista, Wasco
-Roman Flores
Hace unas semanas, tuve la oportunidad de dar un retiro de catequistas en la parroquia de San Juan Evangelista en Wasco. Quería agradecer a la directora de educación religiosa de la parroquia, Alicia González, y a su personal por ayudar con la preparación y el almuerzo junto con el P. Guillermo Preciado por el uso de las instalaciones y hospitalidad de su parroquia.
Utilizando recursos del Avivamiento Eucarístico, el enfoque de este taller fue dialogar y comprender la función de la Eucaristía y la comunión de los fieles dentro de los diversos elementos en los que estamos directamente conectados como cristianos, catequistas, y servidores del pueblo de Dios a través de la fortaleza del Cuerpo de Cristo, "Conectando con la Eucaristía".
La celebración de la Eucaristía no es una devoción privada, sino más bien una reunión comunitaria como una comida familiar. Nos reunimos al mismo tiempo y en el mismo lugar para poder participar en una acción común. Comenzamos con una ceremonia de perdón, una manera de descargarnos de las ofensas pasadas para que podamos regocijarnos en la compañía de los demás como comunidad de los fieles.
Entonces, ¿cómo podemos funcionar como la Eucaristía dentro de nuestras comunidades? Aparte del servicio que podemos proporcionar a través de nuestros ministerios, la participación dentro de la comunidad en la que participamos adquiere un papel más personal e íntimo. Pertenecer a una comunidad de fe es tan crucial y valioso que Cristo mismo lo modeló en su ministerio terrenal personal.
Servir en el ministerio es algo que nos acerca más a Cristo mientras nos permite realizar el Evangelio en la vida de los demás. A medida que nos comprometemos con un ministerio específico, necesitamos hacer más que simplemente "presentarnos" el día del servicio. Nuestro servicio a lo largo de nuestra semana debe ser un desbordamiento de lo que Dios está haciendo a través de nosotros en todo lo que hacemos para que podamos funcionar como el Cuerpo de Cristo en el mundo. Como miembros del Cuerpo de Cristo, estamos llamados a servir, cuidarnos unos a otros y dar los frutos del Espíritu. Los ministerios para el Cuerpo de Cristo son una obra de toda la vida en la que nosotros, que, como discípulos, hemos entrado por la gracia de Dios. Dios nos ha dado a cada uno de nosotros una tarea específica que solo nosotros podemos hacer y en la que nuestros dones espirituales juegan un papel crucial.
Cada don espiritual recibido tiene un lugar especial en el Cuerpo de Cristo y es importante. Aunque a veces algunos dones pueden parecer más importantes que otros, Dios ha dado todos estos dones para edificar su reino. Ninguno de estos dones del Espíritu Santo debe ser menospreciado o tratado a la ligera.
Al procurar seguir y ser usados por Jesucristo, necesitamos utilizar todo lo que Él ha puesto a nuestra disposición. Alcanzar los dones espirituales no es la meta, son la puerta de entrada. No son un pasatiempo para jugar, son herramientas para construir, armas para luchar. Seremos más efectivos a medida que los usemos para la gloria de Dios y no para la nuestra. Y seremos guiados por Su Presencia en nuestras vidas mientras damos vida a la Eucaristía dondequiera que nos encontremos y en todo lo que hagamos en Su nombre.