By: Roman Flores, Catechetical Ministries Coordinator
The catechist is, above all, a disciple and missionary of Jesus Christ. Catechists should strive to be someone who truly loves Him and allows His love to flow through them to love others. Catechists must be open to this encounter with Jesus through the sharing of the Word, in moments of prayer, and fraternal life.
Intentionality is a rare quality to find today in our world. Compared to our fast-paced society and instant gratification, relationships in discipleship can take much longer than some people might have the patience to sustain. However, the Bible tells us about the importance of intentional discipleship, and Jesus models this for us.
What is intentional discipleship? Intentional discipleship is loving others with purpose, learning about and teaching God's Word, developing and helping others develop spiritual disciplines, and developing a deeper relationship with Jesus Christ along with leading others to do the same.
Christian discipleship is not meant to pressure us to convince or save people, only the Holy Spirit can do that. However, once we begin to lead a community of believers or even a believer, we must begin to disciple them, but we must be disciples ourselves. We can join God in doing the intentional work of loving people as Jesus did, but the first step begins in us and continues to do so as we walk in our journey of faith with others.
Catechists must always remember that they were sent by God and by the community. Remembering this, catechists will have the strength to persevere. It is also important to remember that before evangelizing, catechists must allow themselves to be evangelized and be aware that their example speaks much more than their words.
Catechists must be faithful to the teachings of Christ and the Church, always seeking in the Liturgy of the Word of God and in the Eucharist their strength and maturity of understanding. They must proclaim the “living Jesus Christ”, promoter of the peace that rose again and is among us.
A spiritual gift is given to each of us as a means of helping the whole church. God planned it that way so that we would need each other. When we use our gifts together, we all benefit as the Body of Christ.
Intentional discipleship is so important within the Body of Christ, it is a way to teach others about God's Word and lead them into a deeper relationship with Him.
If you are called to intentional discipleship and to lead others, you should know that God is there for you and will be with you forever, even until the end of time. He loves the people you are discipling more than anyone else could, so trust Him to provide and worship Him as He sets the stage for you to intentionally disciple others. We cannot keep for ourselves the treasure we receive.
El Rincón Catequético: Discipulado Intencional dentro de la Catequesis
El catequista es, ante todo, discípulo y misionero de Jesucristo. Los catequistas deben esforzarse por ser alguien que realmente lo amen y permitan que Su amor fluya a través de ellos para amar a los demás. Los catequistas deben estar abiertos a este encuentro con Jesús a través del compartir la Palabra, en los momentos de oración y de la vida fraterna.
La intencionalidad es una cualidad rara de encontrar hoy en día en nuestro mundo. En comparación con nuestra sociedad acelerada y la gratificación instantánea, las relaciones en el discipulado pueden tomar mucho más tiempo de lo que algunas personas podrían tener la paciencia para sostener. Sin embargo, la Biblia nos habla de la importancia del discipulado intencional, y Jesús modela esto para nosotros.
¿Qué es el discipulado intencional? El discipulado intencional es amar a otros con propósito, aprender y enseñar la Palabra de Dios, desarrollar y ayudar a otros a desarrollar disciplinas espirituales y desarrollar una relación más profunda con Jesucristo junto con guiar a otros a hacer lo mismo.
El discipulado cristiano no está destinado a presionarnos para convencer o salvar a las personas, solo el Espíritu Santo puede hacer eso. Sin embargo, una vez que comenzamos a dirigir una comunidad de creyentes o incluso un creyente, debemos comenzar a discipularlos, pero nosotros mismos debemos ser discípulos. Podemos unirnos a Dios para hacer la obra intencional de amar a las personas como lo hizo Jesús, pero el primer paso comienza en nosotros y continúa haciéndolo a medida que caminamos en nuestro camino de fe con los demás.
Los catequistas deben recordar siempre que fueron enviados por Dios y por la comunidad. Recordando esto, los catequistas tendrán la fuerza para perseverar. También es importante recordar que antes de evangelizar, los catequistas deben dejarse evangelizar y ser conscientes de que su ejemplo habla mucho más que sus palabras.
Los catequistas deben ser fieles a las enseñanzas de Cristo y de la Iglesia, buscando siempre en la Liturgia de la Palabra de Dios y en la Eucaristía su fuerza y madurez de comprensión. Deben proclamar al "Jesucristo vivificante", promotor de la paz que resucitó y está entre nosotros.
Un don espiritual es dado a cada uno de nosotros como un medio para ayudar a toda la iglesia. Dios lo planeó de esa manera para que nos necesitáramos unos a otros. Cuando usamos nuestros dones juntos, todos nos beneficiamos como el Cuerpo de Cristo.
El discipulado intencional es tan importante dentro del Cuerpo de Cristo, que es una manera de enseñar a otros acerca de la Palabra de Dios y guiarlos a una relación más profunda con Él.
Si eres llamado al discipulado intencional y a guiar a otros, debes saber que Dios está ahí para ti y estará contigo para siempre, incluso hasta el fin de los tiempos. Él ama a las personas a las que estás discipulando más que nadie, así que confía en que Él proveerá y adóralo a Él mientras prepara el escenario para que discipules intencionalmente a otros. No podemos guardar para nosotros el tesoro que recibimos.