Article by: Roman Flores, Catechetical Ministries Coordinator
Christmas, as well as Easter, are very important liturgical dates for the Church. Therefore, several weeks are dedicated to spiritual preparation, to cleanse our hearts and welcome so much grace and blessings that the Lord wishes to pour into our lives.
Advent is the time of the liturgical year in which we Catholics prepare for the birth of our Lord, for Christmas. Even though the streets are filled with lights and people begin to rejoice we must begin to prepare the heart with penance.
Fasting, abstinence, almsgiving, and much prayer will allow us to live the real Christmas and prepare our inner selves. We usually hear a lot of tips during this season to live these special weeks properly, but sometimes they enter us through one ear and come out the other so we must be intentional in what we do to prepare and committed to it.
And how do we prepare? The following are three simple and clear ideas to live these weeks before Christmas. To cleanse our hearts and prepare with love and hope for the birth of our Savior with confession, peace, and charity.
First, confession, to have our hearts clean. It is Christ who wants to be born in our lives. What better that to prepare our spirits to receive Him with a clean and open heart!
Once we have our soul clean, let us strive to bring peace and harmony to our home. Let us ensure that in our family, in our relationships, with those around us, the peace that our Lord so desires reigns.
Finally, the experience of charity. Not necessarily with something material (although it is also a very good idea). We can accompany the sick, visit someone who needs to be heard, or comfort those who are sad. Remember that for this time any work of corporal or spiritual mercy is more than welcomed.
Advent is an opportunity to help others.
We must also be mindful that this season might also be a time of which might be very difficult for those who live alone because they remember very strongly their loved ones who are no longer there. For many, Christmas can bring more nostalgia than joy, so it is important that we be willing to support others in need not just physically or financially but also spiritually and perhaps even emotionally. We all have an acquaintance, perhaps a good friend, who needs our company and a shoulder to lean on.
May this Advent be an opportunity not only to cleanse and prepare our hearts, but to help others turn their gaze to Christ. Every Sunday of Advent is a great opportunity to invite family and friends home, make some happy memories, and provide comfort and joy in communion with others. In this way, we not only begin to enjoy the season, but we can also evangelize and minster to those we love and care for so that when the child God arrives this December 24, we will be more ready than ever to receive him in our hearts.
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Recibir el Adviento en nuestros corazones
La Navidad, así como la Pascua, son fechas litúrgicas muy importantes para la Iglesia. Por lo tanto, se dedican varias semanas a la preparación espiritual, para limpiar nuestros corazones y dar la bienvenida a tanta gracia y bendiciones que el Señor desea derramar en nuestras vidas.
El Adviento es el tiempo del año litúrgico en el que los católicos nos preparamos para el nacimiento de nuestro Señor, para la Navidad. Aunque las calles estén llenas de luces y la gente comience a regocijarse, debemos comenzar a preparar el corazón con penitencia.
El ayuno, la abstinencia, la limosna y mucha oración nos permitirán vivir la verdadera Navidad y preparar nuestro ser interior. Escuchamos un montón de consejos durante esta temporada para vivir adecuadamente estas semanas especiales, pero a veces entran en nosotros por un oído y salen por el otro por lo que debemos ser intencionales en lo que hacemos para prepararnos y comprometidos con ello.
¿Y cómo nos preparamos? Las siguientes son tres ideas sencillas y claras para vivir estas semanas antes de Navidad. Limpiar nuestros corazones y prepararnos con amor y esperanza para el nacimiento de nuestro Salvador con confesión, paz y caridad.
Primero, la confesión, tener nuestros corazones limpios. Es Cristo quien quiere nacer en nuestras vidas. ¡Qué mejor que preparar nuestros espíritus para recibirlo con un corazón limpio y abierto!
Una vez que tengamos nuestra alma limpia, esforcémonos por traer paz y armonía a nuestro hogar. Procuremos que, en nuestra familia, en nuestras relaciones, con los que nos rodean, reine la paz que tanto desea el Señor.
Finalmente, la experiencia de la caridad. No necesariamente con algo material (aunque también es una buena idea). Podemos acompañar a los enfermos, visitar a alguien que necesita ser escuchado o consolar a los que están tristes. Recuerda que por este tiempo cualquier obra de misericordia corporal o espiritual es más que bienvenida. El Adviento es una oportunidad para ayudar a los demás.
También debemos ser conscientes de que esta temporada también podría ser un momento que podría ser muy difícil para aquellos que viven solos porque recuerdan muy fuertemente a sus seres queridos que ya no están allí. Para muchos, la Navidad puede traer más nostalgia que alegría, por lo que es importante que estemos dispuestos a apoyar a otros necesitados no solo física o financieramente, sino también espiritualmente y tal vez incluso emocionalmente. Todos tenemos un ser conocido, tal vez un buen amigo, que necesita nuestra compañía y un hombro en el que apoyarse.
Que este Adviento sea una oportunidad no sólo para limpiar y preparar nuestros corazones, sino para ayudar a otros a dirigir su mirada hacia Cristo. Cada domingo de Adviento es una gran oportunidad para invitar a familiares y amigos a casa, crear algunos recuerdos felices y brindar consuelo y alegría en comunión con los demás. De esta manera, no solo comenzamos a disfrutar de la temporada, sino que
también podemos evangelizar y ministrar a aquellos que amamos y cuidamos para que cuando el niño Dios llegue este 24 de diciembre, estemos más listos que nunca para recibirlo en nuestros corazones.